El viaje al norte continuó, dejamos atrás el Bosque de Jorn,
viajamos durante la tarde y parte de la noche para llegar al pueblo de Norath
lo antes posible. Cuando alcanzamos el lugar no faltaba mucho para que
amaneciese y el pueblo descansaba en silencio sumido en la oscuridad de aquella
maldita noche sin luna. Un mal augurio sin duda, las noches así solíamos
quedarnos a cubierto, dormir y descansar. Aunque ninguno necesitábamos dormir,
decidimos hacer noche allí, o por lo menos lo que quedaba de noche. Así que
entramos en silencio a un viejo establo vacío y sin perturbar la afonía de
aquel pueblo dormido y vigilamos por turnos. No nos sorprendió no ver a nadie
esa noche, debido a la hora y el viento helador que corría por las calles era
normal que nadie estuviese despierto y menos fuera de casa.
Cuando salió el sol, salimos del establo, y por un momento
fuimos cegados por la propia luz del majestuoso astro, sentimos el calor de un
nuevo día en nuestros rostros, que sensación más agradable, aquel sol de mañana
de invierno resultaba cálido aunque la temperatura ambiente fuese muy baja.
Acto seguido, al bajar la vista hacia el resto de casas del lugar, simplemente
no vimos a nadie. Esta vez si que nos sorprendió, el sol ya se alzaba
suficiente como para que las gentes del pueblo se hubieran puesto en marcha con
sus trabajos y faenas. El lugar estaba desierto, los tres pequeños puestos que
formaban el mercado, vacíos, las puertas de las casas, cerradas, pero no había
marcas de lucha, ni saqueos, no parecía que hubiese habido un enfrentamiento de
ningún tipo. Me asusté, encontrarse con unos vampiros que atacaban un pequeño
asentamiento como en el aserradero era una cosa, pero encontrar todo un pueblo
sin un alma, eso sí que era raro. Así que mandé a Havok, mi halcón, a que
sobrevolase el pueblo y alrededores en busca de cualquier indicio o pista
acerca del paradero de los habitantes del pueblo.
Di la orden y nos separamos en grupos en silencio, todos en
parejas menos yo que fui solo. Poco a poco registramos casas, tiendas,
establos, todas las casas en general. De repente se oyó el reclamo del escuadrón, alguien había
encontrado algo importante, deje lo que estaba haciendo y fui a salir de la
casa, pero noté un movimiento detrás mía, y antes de que pudiese reaccionar,
algo se abalanzo sobre mi espalda clavándome unas garras largas y afiladas en
los hombros, solté un grito que fue más un rugido que grito y con un movimiento
prácticamente instintivo me di la vuelta y estampé lo que fuese que tenía
clavado en la espalda contra el quicio de la puerta, las garras se quebraron
quedando parte de ellas aun clavadas en mi espalda. Algo relativamente pequeño
calló al suelo y salió corriendo antes de que lograse ver bien de que se trataba.
Enseguida llegó mi escuadrón donde estaba yo arrancándome las garras que
parecían ser como uñas alargadas y muy gruesas. Tras terminar de extraerlas me
reí en voz alta al descubrir que el extremo de las garras que no se había
hundido en mi piel tenía un cacho de carne, quiero decir que también se había
partido un pedazo de los dedos de los que salían las garras. Esa inmunda
criatura era rápida y sigilosa, pero también era estúpida, como consecuencia de
sus amputados dedos, iba dejando un rastro de sangre perfectamente rastreable.
Me dispuse a seguir el rastro cuando Keirath, una guerrera formidable y mi mano
derecha dentro del escuadrón, me llamo la atención y di media vuelta. Keirath
era una joven hermosa, pero alta y muy fuerte, sostenía en su mano derecha sin
esfuerzo una de esas criaturas amordazada y atada en forma de bulto. Se
retorcía y maldecía en alguna lengua incomprensible, me acerque a la orgullosa
guerrera mientras mis heridas se
cerraban en cuestión de segundos, le puse mi mano derecha en su hombro
izquierdo y dije con tono amable: -¡Buen trabajo Keirath!, como siempre.- y reí
orgulloso de ella. Se sonrojó levemente y alcanzó a decir: -Gra-gracias.- Soltó
de golpe al prisionero que calló con un golpe sordo al suelo, sin duda se
golpeó bien fuerte la cabeza pero siguió gritando y maldiciendo. Mandé a cuatro
miembros del escuadrón a buscar a mi atacante e interrogue al que estaba atado, pero me ignoró así que
le arranque las garras de cuajo y profirió un grito sordo. Pero no dejo de
chillar y forcejear, estaba claro que se trataba de alguna clase de ghoul,
esclavo de algún vampiro, que seguramente había atacado el pueblo. Resultó
evidente que el monstruo no hablaría ya que simplemente era incapaz de entender
y hablar nuestro idioma. Levante la mirada hacia uno de mis hombres, hice un
gesto de aprobación y me fui hacia el
porche de la casa de enfrente donde esperaba Havok. El halcón se posó en mi
hombro y me susurró lo que había visto al oído mientras a mis espaldas se oía
el sonido de un filo de acero que cortaba el aire y luego atravesaba la cabeza
del ghoul partiendo su cráneo en dos. Los gritos cesaron y el silencio reinó de
nuevo.
Una vez recibida la información de la privilegiada vista aérea
de Havok, me acerque de nuevo a mi escuadrón,
mientras llegaban los cuatro hombres que había mandado a por la segunda
criatura, la traían arrastrando, atada de pies y manos, y sangrando como un
cerdo en día de matanza, con su tamaño y esa pérdida de sangre no tardaría en
caer inconsciente, pero como no tenía ningún valor para nosotros, lo ejecutamos
igualmente. Quemamos los cuerpos en una pequeña hoguera, y mientras
contemplábamos los cuerpos ardiendo de aquellas viles alimañas, informé a mis
hombres sobre la visión de mi halcón: -La situación es esta: Al parecer no todo
el pueblo estaba aquí cuando los vampiros atacaron, es la temporada de pesca de
atunes gigantes y la mayoría de las
gentes del pueblo están al otro lado de esas colinas, en la costa norte, hay un
pequeño asentamiento allí que usan en temporadas de pesca como la actual,
tuvieron suerte. Los pequeños desgraciados que hemos encontrado deben de ser
los encargados de vigilar el pueblo durante la pesca.- Los hombres respiraron aliviados ante la noticia
y un segundo después Keirath dio un paso adelante y preguntó: -Maestro, ¿crees
que puede ser obra de los malditos a los que dimos caza en el Bosque de Jorn?.-
Asentí levemente y dije: -Posiblemente sea así, este ataque fue sin duda una
chapuza, no me sorprendería lo más mínimo que se tratara de aquellos que
matamos el otro día. De todas formas debemos ir a la costa a advertir a los
aldeanos del ataque. He mandado a Havok al Fuerte del Río Verde a por refuerzos
para que patrullen y protejan esta zona durante unos días por si nos
equivocamos. Nosotros no podemos retrasarnos, debemos continuar nuestro viaje y
alcanzar el Fuerte de la Guardia del Norte cuanto antes. ¡En marcha, partimos
de inmediato, empaquetar los bultos, y cargad los caballos!- Como no había
tiempo que perder, mandé a Keirath que tomara tres hombres y los caballos más
veloces para desviarse y avisar a los aldeanos de la costa. Nos encontraríamos
en el Fuerte de la Guardia del Norte.
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