Cuando llegamos al Fuerte de la Guardia del Norte todo
estaba tranquilo, algunos compañeros ya estaban allí, pero no llegamos los últimos.
Nos instalamos y tuve una pequeña reunión con los líderes de los otros escuadrones.
Aunque di parte e informé de lo ocurrido en el aserradero y en el Pueblo de
Norath, no quise decir nada sobre el extraño encuentro con la misteriosa
criatura el día anterior. Tras esto, avisé de que tenía un asunto que atender
cerca y que saldría con un par de mis hombres. Necesitaba saber más acerca de
que es lo que pretendía quien quisiera que fuese aquella voz de la cripta.
Justo cuando preparaba mi caballo, apareció por la puerta Keirath y los tres
hombres que mandé a avisar a los pescadores del Pueblo de Norath. Decidí
llevarla conmigo, con ella sería suficiente, no necesitaba más hombres. Ella aceptó
la orden y partimos de inmediato en dirección norte, nos dirigíamos a la Tierra
del Viento Cortante, que por aquel entonces era una península más al norte
incluso que el fuerte en el que estábamos. No estaba habitada, ya que se
trataba de un pequeño cacho de tierra completamente llano y yermo en el que el
viento helado de la costa soplaba con fuerza y parecía casi cortar la piel.
Tardamos apenas un par de horas en llegar a caballo, dejamos
los caballos atrás y comenzamos a vagar sin rumbo aparente a lo largo de la
llanura. Keirath estaba acostumbrada a cumplir órdenes sin cuestionar, pero
aquella vez me preguntó: -Maestro, ¿Qué nos trae a esta tierra baldía?- Sin
saber muy bien que decir, respondí: -En realidad no lo sé ni yo, pero tengo que
verme aquí con alguien, y prefiero que no sepas más.- Ella asintió y guardó
silencio.
Caminamos un rato más, hasta que de pronto volví a notar
aquella presencia, ese aura, pero era diferente, esta vez se notaba más cálida
a pesar del clima del lugar. Hice un gesto a Keirath y buscó refugió tras un
solitario árbol que resistía el viento en lo alto de una pequeña colina. Yo
avancé con cautela, la presencia se volvía cada vez más intensa, pero no veía
nada a pesar de que a mi alrededor no había ni arboles ni rocas, ni ningún
lugar donde esconderse. Pero sin previo
aviso, una flecha rojiza me pasó silbando por encima del hombro casi rozándome el
pelo. En el instante en el que la flecha pasó, apareció ante mí una figura de
una mujer vestida con ropajes negros y una capucha que no le dejaba ver la
cara. Antes de que ninguno pudiese reaccionar oí un grito ahogado detrás de mí,
y comprendí que había alcanzado a Keirath.
-¡¿Por qué has hecho eso?! ¡Es una de los mejores de mi
escuadrón!
-Tranquilízate, era una flecha con veneno paralizante,
estará bien dentro de unas horas.
-De acuerdo, empecemos por el principio ¿Quién eres y que
quieres?
-No, cada cosa en su momento. La situación es mucho más
grave por así decirlo, de lo que vosotros, cachorrillos podéis ver. Como espero
que ya sepas, la Guardia Negra, tu “enemigo”, está gobernada por varias
familias de vampiros muy poderosos; lo que no sabes es que de las cinco
familias que había hace un mes, quedan dos, o prácticamente una…- Tras esto
hizo una breve pausa y bajó la mirada un instante.
-Pero eso es imposible… o… quizás no, claro, ¿Me estás
diciendo que una de las familias ha traicionado y matado al resto?
-Yo diría más bien “cazado”. Hace cientos de años, tras la última
gran guerra entra vampiros y hombres bestia, que llevó a la derrota y casi
total extinción de los últimos, las familias de vampiros que vencieron
decidieron establecer un “equilibrio”, no intervendrían en política ni en guerras
ni nada parecido, como los licántropos más poderosos habían muerto, no tenían nada
que temer y pactaron el legar a sus descendientes un mundo en paz. Pero como resulta evidente una familia se ha
cansado de esto… La familia Nufret ha
destruido literalmente al resto de familias, incluida la mía.
-¿Pero porque me cuentas todo esto?
-Calla y escucha, si prestas atención puede que tu primitivo
cerebro de bestia lo comprenda. Una de las cuestiones que ahora tu mente se
pregunta es: ¿Qué tiene que ver esto con la posible guerra, y por qué estos
ataques de vampiros? Muy simple, hay gente que solo desea ver el mundo arder. Lo
que la familia Nufret quiere destruir, a es ese “equilibrio” que hay, de este
modo podrán excederse con los humanos tanto como gusten, gobernar el mundo y esas
niñeces. Y la forma más fácil de derrotar al mundo, es que se derroté el mismo,
haciendo estallar una guerra. ¿Lo vas pillando?
-Si…. Creo que si…
-Perfecto, veamos no tengo mucho tiempo, ni tu tampoco… una vez explicada la situación la pregunta
es: ¿Por qué creo que te necesito? Muy simple, si todas las familias de
vampiros poderosos han sido erradicadas, ¿Quién queda que pueda hacer frente a
los Nufret?
-Los Diez Guardias les haremos frente como podamos.
-No seas estúpido, no tenéis nada que hacer contra ellos, ¿acaso
no te he dicho que hace siglos que exterminamos a todo ser medianamente
poderoso de tu especie? No, no hay nada que puedas hacer… ahora, pero te he
estado observando, tú destacas entre los demás, eres la culminación de la
actual línea evolutiva de tu especie. Debes permanecer conmigo, yo te entrenaré
o más bien te mantendré con vida, aprenderás como desarrollar el potencial de
tu especie. La guerra es inevitable, lo único que podemos hacer es compensarla,
es una guerra que no podemos ganar, pero no debemos perder, tan solo podemos
alargarla hasta que seamos lo suficientemente fuertes como para derrotar al
enemigo.
-¿La guerra es inevitable? Pero si estamos en el norte es
precisamente para evitarla, además yo soy miembro de la Hermandad, no puedo
irme contigo como si nada. Volveré al fuerte e impediré la guerra.
-Estaba claro que ibas a decir eso, vuelve al fuerte y
cuando veas que tengo razón, reúnete conmigo al otro lado del Muro Gris, en la
vieja Torre del Colmillo Afilado.
Tras decir esto, se volvió a desvanecer y un viento aún más
fuerte sopló hacia el este. Estaba confuso y un poco cabreado así que sin
pensar en nada volví a por Keirath, la cargué inconsciente en el caballo y
cabalgamos hacía el fuerte.