viernes, 23 de enero de 2015

Luz contra Oscuridad



La batalla había comenzado, luz contra oscuridad, sin embargo no había buenos ni malos, eran los nombres de sus poderes. Jorak, el restaurador, curaba y revivía a sus soldados muertos, mientras que Nak’Thulum, el cosechador de cuerpos, equipaba con una pequeña parte de su poder a sus soldados, para así ser inmunes a la muerte. Los ejércitos eran numerosos, sin embargo era una guerra de desgaste, el líder que primero se quedara sin su poder, sería el perdedor. Jorak era el más poderoso, sin embargo su magia es la que más rápido se gastaba. También dependía de qué ejercito era el que menos recursos hiciese gastar a su jefe.
Nak’Thulum luchaba con su espada enfundada en su poder de muerte, y no solo mataba a lo que atravesaba, sino que rompía y descomponía aquello que alcanzaba. 

Jorak hizo balance de la situación y concluyó que iba a perder. Al contrario que su adversario, el restaurador no se había implicado en la batalla. Prefería tener una perspectiva del campo y actuar en consecuencia.
Sin embargo y tras sopesarlo, se lanzó al campo de batalla con la mirada puesta en los enemigos. Mató a uno, a dos, a tres y estos volvían a la vida. Repitió la operación y estos seguían insistiendo. Al final se le echaron encima y los mandó volar con una explosión. Se levantaron dos de ellos, el otro había muerto del todo. No reparó de inmediato en que su enemigo no estaba quedándose sin poder, sino que la debilidad de su enemigo, era el rango de acción. Pero cuando fue consciente  decidió actuar de una manera egoísta y zanjar la batalla de una vez por todas.

El cosechador de cuerpos notó que varios de sus aliados se habían alejado de su rango y habían muerto por ello. Gritó con su voz atronadora una nueva formación y todos obedecieron. Se apilaron mucho más rápido de lo esperado formando un círculo. Por cada caído, el círculo se expandía creando una nueva línea de guerreros más numerosa. Después de esto volvían a reagruparse. Y volvían a empezar.
Jorak atravesó con la fuerza de una centella la formación y absorbió la vida de amigos y enemigos para devolverla en forma de explosión al sorprendido Nak’Thulum. La explosión no mató a nadie, puesto que ya lo había hecho Jorak. El líder enemigo salió volando varios kilómetros lejos de la batalla.
Lejos de su rango, el ejército del cosechador de cuerpos, había perdido. No pudieron encontrar el cadáver de éste, pero a Jorak no le sorprendió. No podía ser asesinado de una manera tan sencilla y bien lo sabía. Aunque enemigos, ambos estaban cortados del mismo patrón, y ambos cojeaban de la misma pierna. Pero nadie, a excepción de ellos dos y su debilidad, lo sabían.